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Este año los yihadistas nuevamente trataron de recaudar bitcoins.
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Mecanismos de seguridad y el carácter seudónimo de las criptomonedas obstaculizan su uso ilegal.
Entre los principales argumentos para que los gobiernos de muchos países traten de establecer fuertes regulaciones para el sector de las criptomonedas, y que incluso en muchos de ellos se haya prohibido su uso, está su presunta asociación con la comisión de hechos delictivos y el financiamieno del terrorismo.
El carácter descentralizado de los criptoactivos, el seudoanonimato y privacidad que ofrecen muchas criptomonedas, unido a la posibilidad de utilizarlas, independientemente de los controles gubernamentales, son factores que lucen -a juicio de muchas autoridades- como los elementos perfectos para que se convierten en piezas de ajedrez para la delincuencia organizada.
Sin embargo, los datos que arrojan varios estudios e investigaciones que se han realizado en diferentes países demuestran lo contrario: las criptomonedas no son tan usadas para actividades delictivas como muchos piensan. Aun así muchas de las noticias que suelen difundir los medios de comunicación tienden a resaltar esta idea.
Algunas de las noticias alarmantes
A principios de febrero de 2019, el ala armada del grupo palestino Hamás solicitó a sus seguidores contribuciones en bitcoins para financiar las operaciones que mantienen en la Franja de Gaza. El objetivo era evadir el bloqueo y las restricciones que implementa Israel, y otros países, a través de sus agencias de inteligencia.
Se detectaron así donaciones en criptomonedas que fueron recibidas en monederos de Binance y Coinbase. A nivel noticioso, llamó la atención que los militantes estuviesen recibiendo criptomonedas en unas casas de cambio centralizadas, que aplican protocolos como Conoce a tu cliente (KYC), antilavado de dinero (AML) y prevención de financiamiento del terrorismo (CFT).
Sin embargo, la situación fue detectada por la agencia israelí Whitestream, que emitió una notificación a las criptobolsas para que restringieran los fondos. En la primera dirección difundida se registraron 43 transacciones, con ingresos de 1.550 dólares estadounidenses; mientras que en la segunda se registraron 26 operaciones por 1.200 USD.
Ante el bloqueo en las casas de cambio, los miembros del grupo habrían optado por migrar la recepción de los recursos a un monedero personal. Aun así, quedan otras opciones de seguridad, tomando en cuenta que desde el año pasado, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos puede agregar carteras de criptomonedas a su lista de sanciones Nacionales Designadas Especialmente (SDN). De hecho, en noviembre de 2018 incluyó a dos direcciones de bitcoins iraníes en la lista SDN.
El año pasado otras informaciones sobre grupos terroristas vinculados con criptomonedas también circularon en los medios. En noviembre, una mujer de Nueva York, identificada como Zoobia Shahnaz, se declaró culpable de lavar dinero con criptomonedas para financiar al Estado Islámico (grupo terrorista también llamado ISIS).
Según el Departamento de Justicia de Estados Unidos, Shahnaz proporcionó a Isis un total de USD 150 mil a través de representantes en Pakistán, China y Turquía. Otros USD 22,5 mil fueron obtenidos mediante préstamos bancarios de manera fraudulenta, de las entidades financieras American Express, Chase, Discover y TD Bank. Aunque la mujer intentó huir a Siria luego de realizar estas transacciones, fue descubierta y actualmente enfrenta cargos en prisión.
Las informaciones alarmantes de 2018 incluyeron la identificación, en la web oscura, de una plataforma para el financiamiento con criptomonedas de las actividades de los paramilitares muyahidines sirios.
La plataforma, denominada SadaqaCoins, fue lanzada a finales de agosto 2018, es accesible mediante el navegador Tor y presenta varios proyectos respaldados por el grupo terrorista que aceptan donaciones de bitcoin, ether y monero (con la posibilidad de aceptar otros criptoactivos más adelante). Permite además que los colaboradores naveguen por la plataforma y elijan el proyecto que desean apoyar, ofreciendo ayuda según su conveniencia.
El descubrimiento realizado por un analista de códigos abiertos, Benjamin Strick, generó cierta polémica, pues otro investigador, de nombre Chris Monteiro, calificó el sitio como una modalidad de estafa con criptomonedas y cuestionó la credibilidad de las páginas supuestamente relacionados con la Jihad.
Los terroristas prefieren dinero efectivo
A pesar de que las noticias vienen creando una matriz de opinión que establece una relación directa y estrecha entre las criptomonedas y los grupos terroristas, desde hace tiempo se vienen realizando estudios que cuestionan este planteamiento.
Entre las opiniones contrarias, están las del experto Yaya J. Fanusie, exanalista de contraterrorismo de la CIA y director de análisis en el Centro de Sanciones y Finanzas Ilícitas de la Fundación para la Defensa de las Democracias de Estados Unidos, quien aseguró en septiembre de 2018 que los terroristas prefieren manejar dinero en efectivo a criptomonedas.
Explicó que, tras haber documentado campañas de recaudación de fondos en criptomoneda realizadas por el Estado Islámico y Al-Qaeda, la evidencia indica que estos grupos no han tenido el éxito esperado en este tipo de campañas.
Entre las razones para su afirmación, el funcionario destacó las condiciones del entorno donde suelen vivir los terroristas, con conectividad limitada y una infraestructura tecnológica casi inexistente. No obstante, tampoco niega que el interés de los terroristas por las criptomonedas viene en aumento, aunque “no ha sido fructífero”.
Opina entonces que el dinero en efectivo sigue siendo mucho más funcional para los propósitos terroristas que las criptomonedas.
A esta misma conclusión llegó también el Parlamento Europeo y académicos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York a través de investigaciones realizadas en 2017 y 2018. Los académicos publicaron su estudio en 2017, y en su investigación documentan las dificultades de los terroristas para usar tecnología avanzada, al operar en áreas con escaso acceso a las telecomunicaciones.
Por su parte, el estudio del Parlamento Europeo realizado en mayo de 2018, evidenció que apenas existe un pequeño número de documentos públicos y casos confirmados de financiamiento del terrorismo que implican criptoactivos.
De acuerdo a los parlamentarios, los registros indican que -aunque en bajo volumen y de forma no sistemática- han sido los extremistas religiosos y políticos quienes más han utilizado a los criptoactivos con fines delictivos, por lo que a corto plazo ven poco peligro de crecimiento de este tipo de actividad.
Explican que entre las formas de utilización de las monedas virtuales para acciones delictivas que se han registrado, se hallan la recaudación de fondos en redes sociales y plataformas descentralizadas, la transferencia de fondos y valores entre redes terroristas usando intercambios p2p, y la oferta de artículos en la Dark Web (Internet oscura).
El interés por bitcoin puede aumentar
A pesar de sus hallazgos, el Parlamento Europeo no descarta que el interés de los grupos terroristas por las criptomonedas puede aumentar. Prevén, por tanto, un avance a largo plazo, debido al desarrollo de las criptomonedas privadas (por su anonimato) y a una adopción más masiva de las innovaciones ligadas a las redes sociales y a las plataformas en línea; todo ello aunado a una posible convergencia del terrorismo con el cibercrimen.
Sobre este tema, Yaya J. Fanusie habla en un reciente tuit sobre el ascenso de la curva de aprendizaje de los terroristas sobre la tecnología de las criptomonedas, tomando en cuenta la recaudación que alcanzó Hamás luego del llamado que hizo a principios de febrero, que incluyó un video y una infografía para explicar al público cómo pagar con bitcoins.
Hamas gained $2,500 in just a few days of Bitcoin fundraising. Looks like jihadists are climbing up the crypto learning curve. My latest article in @ForbesCrypto. https://t.co/uVbx3JITli
— Yaya J. Fanusie (@SignCurve) 4 de febrero de 2019
Fanusie asegura que los grupos yihadistas continúan experimentando con las formas financiación a través de las monedas virtuales, y expone que han surgido informes sobre otros grupos militantes palestinos, que también han lanzado campañas para recolectar bitcoins.
Los terroristas aprenden y las autoridades también
No obstante los anterior, es importante destacar que así como aumenta la curva de aprendizaje de los terroristas, también las autoridades se han dedicado a estudiar la nueva tecnología, a fin de contrarrestar los usos ilícitos que se hacen de los criptoactivos.
Vale recordar que todas las transacciones realizadas en la red de Bitcoin son públicas, además de que pueden ser consultadas a través de un explorador de bloque para determinar su origen y destino, lo que ha servido para detener a delincuentes informáticos a escala global.
Por esta razón, Fanusie llamó la atención sobre el hecho de que el llamado de Hamás, invitando a donar en BTC, es un ejemplo de seguridad pobre, al igual que el uso de billeteras de casas de cambio centralizadas, con políticas de seguridad que incluyen mecanismos KYC, contra el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo. Una acción que, como ya se sabe, deja rastros a seguir.
Sin embargo, este enfoque no es necesariamente ingenuo y no debe ser descartado. Aunque las fuerzas de aplicación de la ley están preocupadas por los criminales que usan las llamadas monedas de privacidad para evadir la detección, el bitcoin sigue siendo la criptodivisa dominante para el crimen cibernético. Más monedas anónimas son más difíciles de comprar y las casas de cambio descentralizadas tienen volúmenes de comercio más bajos y son complicadas para navegar.
Yaya J. Fanusie, exanalista de contraterrorismo de la CIA
A pesar de estas consideraciones sobre el aprendizaje de los terroristas, una agente especial de la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA), Lilita Infante, aseguró en agosto de 2018 que hace cinco años el porcentaje de hechos delictivos detrás de las transacciones con criptoactivos era de 90%, una cifra que ahora se redujo al 10% de las transacciones.
En ese sentido, la agente, que forma parte del equipo de 10 personas que se encargan de la investigación cibernética dentro de la DEA, expresa que lo que sí ha aumentado desde 2013 es el volumen total de transacciones asociadas con usos ilegales (aunque dentro de ese mismo porcentaje), además de las actividades especulativas con criptomonedas.
Para la funcionaria, la citada disminución del porcentaje se debe a que los organismos policiales también están utilizando esta tecnología para desempeñar sus funciones. En consecuencia, tanto la plataforma de Bitcoin como las de otras blockchains se han convertido en recursos que facilitan a los agentes el rastreo de las transacciones y la identificación de las personas. Lo mismo ha venido pasando con las direcciones de cartera, que ya dejaron de oscurecer las identidades de los usuarios, al igual que inclusive las criptomonedas privadas.
Este planteamiento coincide con lo que dice Fanusie, quien también afirma que las autoridades tienen actualmente más herramientas para contrarrestar los delitos con criptomonedas. Sin embargo, aconseja a los reguladores abordar el problema de las jurisdicciones que aun tienen lagunas legales con las cuales facilitan la protección a terroristas o criminales.
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