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La minería de Bitcoin en casa es tan necesaria como las grandes granjas.
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Los grandes pools de minería ejercen ciertas influencias, pero su ética es colaborativa.
Si pretendiéramos cultivar una ética de la minería de Bitcoin (BTC), en cuanto a su descentralización, el consumo de recursos y la importancia de esta para la seguridad, la privacidad y política monetaria del futuro, no hay forma de esquivar el hecho de que existen diferencias de poder económico entre los distintos actores que realizan esta actividad.
A simple vista, cualquiera podría cuestionar el argumento de que no existe la descentralización en la minería de Bitcoin si diéramos por sentado que la mayoría de los equipos de minería pertenecen a algunos grupos reducidos de mineros.
Esto por supuesto no es así. Solo basta dar una mirada para descubrir que muchos mineros alrededor del mundo tienen apenas unos cuantos equipos, con los cuales obtienen pequeñas fracciones de bitcoin.
Y ese simple gesto de mantenerse minando, a cambio de lo que se obtiene por su esfuerzo, ni más ni menos, es suficiente para comprobar que este protocolo de dinero efectivo digital se sostiene con cada bit y cada hash que aportan quienes minan. La clave aquí es que el desarrollo de esta actividad a lo largo del tiempo tiende a ser cada día más colaborativa, porque hay suficientes incentivos éticos y económicos para que todos sigan las reglas del juego.
En otras palabras, la ética colaborativa de los mineros de Bitcoin impide el abuso de poder. Pero veamos qué hay al rededor de la minería en casa y la minería en pools y cómo las distintas cuotas de poder que tienen distintas entidades no afecta la forma en que se relacionan entre sí.
De alguna manera, todos somos como lobos solitarios en estas vastedades de la minería de Bitcoin. Sin embargo, sabemos que ahí afuera está la manada, a pesar de las grandes distancias que hay entre todos, de nuestras variadas ideologías y objetivos.
Los mineros que se quedan en casa son necesarios
Durante muchos años los mineros de Bitcoin han ido desplazando la minería en casa hacia prácticas más organizadas. Debido a que la electricidad residencial suele ser más cara que la que se ofrece en contratos industriales, el rendimiento puede llegar a ser mucho menor y por años ha habido pocos incentivos para que las personas compren una o dos máquinas de minería de Bitcoin para tenerlas en una habitación.
Quizá mucho ruido, quizá un esfuerzo de días de preparación para programar e instalar el equipo de manera óptima, desmotivaba a muchos. A cambio de unas decenas, o a lo sumo unas pocas centenas de dólares al mes, quizá el sacrificio era muy grande.
Sí, la recompensa por resolver un bloque de Bitcoin equivale a un cuarto de millón de dólares hoy en día, pero ningún minero podría conseguir, con poco poder de cómputo, resolver la dificultad matemática que exige el protocolo de Bitcoin. El año pasado se decía que la probabilidad de obtener esta lotería matemática con un solo minero era equivalente a 1 en 1,3 millones. Prácticamente imposible.
Así que la mayoría elige unirse a uno de los grandes pools de minería, como muchas decenas de miles de personas, para minar en grupo y obtener, frecuentemente, una parte de la recompensa. De alguna manera, la minería Bitcoin, nunca es un trabajo solitario del todo. Igual que los lobos solitarios nunca están solos realmente.
Quizá esto no sea mucho para hacerse millonario de la noche a la mañana, pero tampoco los primeros bitcoiners consiguieron tanto en tan poco tiempo. Había que esforzarse, trabajar y dejar sus equipos encendidos sin tener la certeza de que su inversión (en términos de gasto eléctrico, de tiempo de programación y de computadoras dedicadas casi exclusivamente a una tarea) tendría algún rendimiento.
Aun así, los mineros caseros de hoy en día encuentran beneficios interesantes, más allá del bajo rendimiento: un flujo constante de bitcoin que normalmente no pasan bajo los controles de KYC impuestos por los gobiernos y Estados, una fuente de calor en aquellos países donde el frío y la humedad predominan, una entrada de dinero que paga las cuentas más pequeñas de electricidad o internet (y a veces varias facturas más).
La minería en casa, si se cuenta con el tiempo, la paciencia y el ingenio suficiente para amortiguar el ruido, todavía es una fuente de ingresos importante, que ofrece beneficios a pequeña escala, pero bastante estimables.
La belleza de los animales solitarios, como el lobo de las estepas, estriba en que su recorrido, aunque más arduo, está provisto de la belleza del esfuerzo.
En términos de Bitcoin, quienes minan en casa, los pequeños mineros, o quienes manejan nodos completos, tienen un encuentro con una red de trabajo computacional dedicada a sostener un modelo económico que no depende de una entidad que soporte, regule y controle el dinero. Es decir, proporciona independencia del Estado, los gobiernos y los bancos.
Esto representa una ventaja cuando consideramos que las sociedades en la actualidad están muy controladas por todas aquellas entidades que han decidido las políticas monetarias por cientos de años.
El secreto de la descentralización es la cooperación a través de los pool
Los grandes pool de minería tienen el poder económico para comprar lotes de equipos de última generación y conseguir convenios con las compañías de electricidad para sus propias granjas de minería de Bitcoin, pero parte de su negocio consiste en atraer a otros mineros que por sí solos no tendrían la misma competitividad para obtener las recompensas de minar Bitcoin.
Solo para ilustrar el tamaño de los pool de minería modernos veamos el siguiente gráfico, donde estos representan el 98.8 % de todo el hashrate de la red, equivalente a 200 EH/s. Foundry USA, Poolin, AntPool y Binance Pool reúnen más del 50% del total de todo ese poder de cómputo.
El secreto de la descentralización parece estar ahí, en la comunidad de actores que se reúnen y programan sus equipos de minería para trabajar en conjunto con otros mineros de Bitcoin, incluso con la conciencia de que en realidad todos quieren obtener lo mismo que los demás: recompensas de BTC.
Entonces, por qué es tan complicado para muchos de nosotros comprender que ese juego de roles que representan las grandes compañías, todopoderosas, y los pequeños mineros, cuyos esfuerzos parecen barcos de papel en la corriente de un río, constituye la piedra angular de la minería de Bitcoin. Aquí cada actor juega un rol principal, más allá de que sus ganancias dependan de la cantidad de poder de cómputo que cada uno puede ofrecer.
¿Realmente los mineros pequeños y grandes son antagonistas?
Desde mi punto de vista, la idea de que los mineros que tienen más poder económico centralizan a Bitcoin surge de prejuicios que poco tienen que ver con el presunto control que, dado su poder, las personas o compañías pudieran ejercer sobre el resto de la red.
Un minero, por mucho poder que tenga, no puede cambiar nada en el protocolo, ni ejercer su influencia para que otros hagan lo que él quiere, porque a la mayoría le bastaría con seguir haciendo lo que hacen o, en el peor de los casos, bifurcar la red y aislar a ese minero.
Es cierto que hubo momentos en que las crisis eléctricas en China o los mandatos gubernamentales afectaron negativamente el funcionamiento de la red. Pero, Bitcoin está diseñado para funcionar con el número de mineros que haya o esté disponible. Y se adapta a interrupciones drásticas, como cuando se han desconectado muchos mineros de manera simultánea.
A muchos les gusta pensar que la minería de Bitcoin está centralizada porque las compañías mineras de mayor envergadura crecieron en términos operativos en China, un país hostil en términos de garantías y libertades individuales.
Pero cuando el huracán político llegó y sus vientos arremetieron contra los mineros que estaban en esa región, estos encontraron en poco tiempo las condiciones para operar en otro sitio.
De hecho, varias de estas compañías de minería de Bitcoin migraron a Estados Unidos, un país que en términos políticos antagoniza con el país que los expulsó. Prueba, quizá, de que las semillas de las buenas ideas germinan justo en medio de las crisis y que Bitcoin no tiene una dependencia real a una entidad. Más allá de los costos operativos, nada impide a un minero migrar sus operaciones de una ciudad cuando el tiempo es adverso.
En otras palabras, crecer en un país hostil no implica ni es causa de centralización, pero que de hecho haya ocurrido así demuestra que Bitcoin no tiene mecanismos de censura para los mineros. Y no importan dónde se encuentren, ni cuántos mineros tengan, siempre que dispongan de internet y electricidad pueden minar Bitcoin.
¿Cuántas tecnologías tienen este poder para emanciparse de los controles del Estado con tanta rapidez? Quizá solo una que nació entre los bits de Internet, otra tecnología que se alimentó en sus comienzos por idealistas que aspiraban a que el conocimiento compartido pudiera darnos más libertad.
Uno de los principios de Bitcoin como sistema es que no discrimina. No importa si Bitcoin fue fundado por ciber anarquistas, y que la mayor parte de su funcionamiento apunte a consumar un proyecto que enfrenta a los poderes del Estado, y de quienes se sirven de las estructuras establecidas para doblegar a otros a cambio de acumular más poder, lo cierto es que este sistema no entiende nuestros prejuicios y en ese sentido es imparcial.
El juego de las influencias de los mineros de Bitcoin
Otro prejuicio que rodea la minería de Bitcoin no tiene que ver con las diferencias de poder económico entre los grandes y los pequeños mineros, sino con la idea de que la competencia entre ellos por la recompensa se sostiene en el egoísmo.
Evidentemente, cualquier minero elegiría, si pudiera, ganar la mayor cantidad de recompensa que pudiera por sí mismo, sin compartirla. Sin embargo, Bitcoin está diseñado de tal manera que motiva a los mineros a trabajar en coordinación y colaboración, debido a que la prueba de trabajo estimula conductas para mantener el crecimiento y la unidad de la red. Por ejemplo, la tolerancia.
A medida que hay más competidores en la red, parece más difícil concebir un clima de tolerancia. Sin embargo, son comunes las expresiones de respeto y apoyo, al menos en términos de compartir el conocimiento y las prácticas más saludables para comprar, instalar y cuidar los equipos de minería.
Aquí parece justo hacer una mención especial a los esfuerzos de muchos por programar softwares especializados que permitan a la comunidad de mineros tener más poder de decisión respecto a los pools de minería, como el protocolo Stratum V2.
Parece una contradicción, sobre todo porque es un hecho que aquellos que tienen más dinero, tienen la ventaja de contar con más equipos, convenios con compañías eléctricas, mejores seguros y empleados calificados para hacer que, un complejo de cientos o miles de máquinas, funcione.
Y aquí es donde entran las personas que minan Bitcoin en casa, y a veces otras criptomonedas. La minería en casa es un poco como esa meditación en donde vas construyendo un castillo interior a fuerza de oración, solo que en este caso la oración es más bien un trabajo de estudio, ingenio y paciencia.
La imagen de un minero solitario quizá no es tan parecida a la imagen que tenemos de otros animales solitarios como el leopardo de las nieves, la tortuga marina o el pingüino de Nueva Zelanda, pero algo de eso tiene.
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