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Hay más de 20.000 criptomonedas y todos los días se crean otras más.
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Pocos proyectos son confiables en el largo plazo, ¿valdrá la pena arriesgarse?
¿Quién no quisiera hacerse rico de la noche a la mañana? Imagina resolver todos tus problemas económicos, eliminar las preocupaciones, las carencias materiales, todo de repente, cuando menos te lo esperas… un sueño hecho realidad, ¿cierto? Hay quienes buscan eso precisamente en el mercado de criptomonedas, pero el costo puede ser demasiado alto para las pocas probabilidades de que efectivamente ocurra.
Si, ya sé. Qué forma de desechar los sueños de tanta gente en una sola frase. Pero hagamos algo: apelemos a la matemática más sencilla para demostrar cuán improbable es que logres identificar una criptomoneda que te haga rico de la noche a la mañana.
Vamos a comenzar con lo más básico: la cantidad de criptomonedas en existencia. En CoinMarketCap hay registradas en total 20.710 criptomonedas. Eso incluye hasta las stablecoins, por lo que digamos que hay unas 20.000 para efectos prácticos. ¿Cómo identificar una sola en ese infinito mar de opciones? ¿Aleatoriamente?
Supongamos que escogemos la mitad. Un total de 10.000 criptomonedas, lo que implicaría unos 100.000 dólares para invertir 10 en cada una de ellas. No es poco dinero, ¿verdad? ¿Cuántas escogemos entonces? ¿10, 20, 100? Las probabilidades se reducen drásticamente ahora.
Si una de esas resulta ser una Shiba Inu, que en su punto más alto había llegado a subir hasta 800.000% en cuestión de meses, solo con haber invertido 10 dólares habrás logrado convertirlos en 80.000 dólares. Pero todavía no eres millonario. Ni siquiera con la ayuda de Elon Musk.
Incluso si tienes toda la suerte del mundo, inviertes 1.000 dólares en una moneda como esa y conviertes tu inversión en 8 millones de dólares, ¿tendrás seguridad de que su mercado posea liquidez? ¿Será así de fácil convertirlo a dólares antes de que caiga? Porque, créeme, va a caer…
LUNA, Terra USD y los ejemplos más dolorosos
Aclaradas las pocas probabilidades de éxito, tenemos que sumar la cantidad de estafas y experimentos fallidos en un ecosistema capaz de crear 20.710 propuestas en poco más de una década.
¿Qué mejor ejemplo que LUNA y Terra USD, la mayor debacle del mundo de las criptomonedas este año? Así que revisemos un poco el caso.
Terra USD era una stablecoin. Su valor de mercado debía mantener paridad 1:1 con otro activo. En este caso, el dólar. Algo al estilo de Tether (USDT). Pero la propuesta se basaba en una especie de economía circular con el token LUNA, creado por la misma gente, en un ecosistema que ofrecía altísimos rendimientos.
Cuando el único incentivo para mantener un activo es que te regalan más dinero por tenerlo, la base del proyecto es, digamos, poco sólida. Y así fue: la gente que tenía UST y LUNA no pudo más que ver cómo sus cuentas se iban haciendo polvo, luego de que LUNA hubiera estado subiendo con mucha fuerza en el mercado y les diera la ilusión de estar ganando mucho dinero.
Solo Ethereum parece importar a largo plazo entre las altcoins
Todo comenzó con Bitcoin. Y la verdad es que, en su gran mayoría, lo que ha surgido después en el ahora vasto mundo de las criptomonedas, han terminado por demostrar que son copias sin mucho valor real que ofrecerle al mundo.
Quizá una de las pocas cosas creadas luego con algún indicio de sostenibilidad en el largo plazo sea Ethereum. No solo porque ahora mismo su criptomoneda, ether (ETH), sea la segunda con más valor acumulado en el mercado. Sino que en su red conviven incontables plataformas y servicios financieros en los que la gente ha encontrado valor.
Tanto es así, que el reciente rally alcista, aunque fue breve, parecía haber sido impulsado por Ethereum. La expectativa por su próxima actualización es uno de los temas del momento. Y el mercado así lo ha reconocido.
La historia respalda a Ethereum, nos guste o no. Pero definitivamente no podemos decir lo mismo del resto. La experiencia de llevar el boletín de altcoins, semana a semana, me ha demostrado que esas criptomonedas viven por moda. Aparecen una semana, tal vez un mes (máximo un año), y luego se desploman.
Si no, pregúntenle a la gente que había posado sus esperanzas en Axie Infinity, otra de la infinidad de propuestas que terminó demostrando que, si no tienes un producto sólido detrás de su oferta de «dinero fácil», es cuestión de tiempo para su caída.
Bitcoin llegó para cambiar el dinero, las criptomonedas no
¿Moraleja? No todo lo que brilla es Bitcoin. Esta herramienta, a menudo trivializada en función de su precio como único tema de conversación en todos los ambientes imaginables, es lo más poderoso que se ha creado en términos monetarios.
Bitcoin está llamado a cambiar el dinero como lo conocemos. A mejorarlo. A convertirlo nuevamente en algo de valor y no simplemente en una moneda de cambio. Aunque, por supuesto, sirve para eso también.
Las criptomonedas, así como término macro, no fueron creadas para otra cosa que para buscar atraer capital. La mayoría lo sabe: con el tiempo, un altísimo porcentaje de las monedas en existencia pasarán a la historia. Solo se podrán mantener unas pocas en las que el público encuentre un valor real a largo plazo. La especulación como único motor terminará dejando por fuera a las demás.
Quedará Bitcoin, con su red resistente a la censura, con su emisión controlada por código sin persona alguna con la capacidad de generar nuevas monedas de la nada. En definitiva, con su capacidad y su demostración de que podemos separar al dinero del Estado.
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