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¿Distraen las presiones del trabajo en vivo a equipos de investigación?
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El alejamiento de investigadores de las redes sociales es consecuencia de la sobreexposición.
Durante los últimos 9 años, las personas que han ido sumándose al desarrollo de Bitcoin han construido una ética de trabajo particular para enfrentar obstáculos técnicos y satisfacer sus propias expectativas de cómo un proyecto comunitario puede llegar a ser transparente y colaborativo. Sin embargo, entre las distintas presiones que deben enfrentar los grupos de trabajo que aúnan esfuerzos para mostrar al mundo que es posible sentar las bases para un sistema económico alternativo, hay algo que al mismo tiempo seduce y refrena el ánimo de quienes participamos en la búsqueda de soluciones.
Cada quien desde su trinchera intenta mostrar cómo la tecnología resuelve problemas específicos sobre la propiedad del valor y los modos de evitar la censura en los intercambios y los registros de criptomonedas, pero el trabajo que nos proponemos parece estar siempre expuesto en una vitrina. Los aciertos nos emocionan, pero los errores nos decepcionan: tal y como se han ido estableciendo distintos métodos de trabajo en el ecosistema, no parece fácil determinar si mostrar cada paso del desarrollo en una vitrina es acertado o un riesgo necesario.
Muchos grupos de trabajo en Bitcoin han comprendido que algunos cambios requieren más tiempo que otros, quizá guiados por la propia constitución del código original de Satoshi Nakamoto. Por eso no es sorprendente que la activación de muchas de las propuestas analizadas por el equipo de Bitcoin Core tarden años en implementarse, como ocurrió con SegWit, que sigue siendo un método interesante para distribuir la información de las transacciones en la cadena y prevenir su maleabilidad; y como ocurrirá con las firmas Schnorr de ser implementadas, por ejemplo.
Cuando pienso en toda la expectación y energía que se ha puesto en la bifurcación de Ethereum, cada paso dado desde el anuncio hasta los sucesivos cambios de coordenadas, cada vez que el error hallado en el código pospuso la activación de Constantinople, imagino que los grupos de trabajo involucrados están más cerca del terreno del actor que del investigador. La Fundación Ethereum es una máquina publicitaria, que está tan concentrada en mostrar algo, que parece olvidar los resultados.
Es como si hubiese mucha presión por demostrar a las masas de consumidores, a las posibles empresas que querrían o no adoptar la tecnología como medio de pago, o a quienes ya usamos criptomonedas, que todo avanza, que cada día va a ser más seguro, más veloz, más versátil, pero olvidando que el tiempo devora todo y que los focos de las cámaras o las luces de la pantalla no siempre determinan el destino del progreso de las tecnologías.
El equipo de Ethereum se apresura, quizá impulsado por la presión que ellos mismos se imponen de demostrar que son capaces de convencer, a veces con una actitud hacia lo experimental que parece ingenua, como si fuese un asunto que se resuelve rápidamente.
¿Les hace bien las luces de la cámara a los investigadores? ¿o sería imposible pensar en la investigación de tecnologías de código abierto sin la publicidad que ofrecen los medios para bien o para mal?
Solo los casos de Anthony Lusardi, desarrollador de Ethereum Classic, y Afri Schoedon, de Ethereum, son una señal de cómo los medios están tan saturados de comentarios que hay una especie de trastorno entre la demanda de información y lo que las investigadores son capaces de ofrecer en términos de resultados de pruebas o propuestas de códigos o sistemas. Sin embargo, no me cabe duda de que los retrasos en la implementación de Constantinople no son un argumento válido para tanto desparpajo, insultos o la violencia que pudo haber conducido a estos desarrolladores a alejarse de las redes sociales.
El asunto es que entre los bitcoiners y afines es a veces imperdonable que el desarrollo no sea público y auditable. Es un fenómeno de las sociedades modernas: ese mal sueño que no expresa sino el deseo de dormir, como decía Guy Debord, pero también el deseo de participar en la elaboración de conocimiento, aunque sea de herramientas muy básicas en el sentido de su utilidad, y que después de todo utilizamos para algo importante, nada más y nada menos que proteger o controlar nuestro dinero.
No quiero decir que las luces sean por sí mismas negativas para el desarrollo de la tecnología. Solo basta ver, salvando las diferencias, la estrategia que han desarrollado instituciones de investigación como la NASA o el CERN, que con todos los riesgos implícitos en la transmisión en vivo de algunas etapas de sus proyectos, sobre todo las etapas finales, han sabido sobreponerse a las tragedias y los errores que fueron televisados en su momento. Creo que muchos investigadores -o futuros investigadores- aspiran a tener grandes objetivos como los que se propone la exploración espacial, la búsqueda del origen del tiempo o la descripción de las leyes del universo. Pero también es valioso aprender a reconocer que, pese a todo el entusiasmo, algunos proyectos surgirán a un ritmo más lento de lo que esperábamos. ¿Por qué no tomarse un tiempo fuera de los focos luego de un fracaso transmitido en vivo, quizá a la espera de que el tiempo alejado de la opinión pública permita refrescar las ideas?
La conciencia del trabajo experimental no viene dada en un manual, por lo que no es fácil determinar el límite entre la necesidad de compartir información y la sobreexposición a los medios. Comprobar que hasta cierto punto la colaboración es posible en un entorno transparente es una labor que no es simple ni se enseña en las instituciones de educación, dado que estamos tan acostumbrados al sesgo en la información que incluso la tarea del periodista se vuelve controvertida en este punto.
No sería justo señalar solo a los medios de comunicación por inquirir hasta tratar de encontrar la verdad en el momento en que ocurren los hechos, incluso cuando la caída de uno de los nuestros resulta excepcionalmente atractiva en términos de exposición. Queremos que todos sepan lo que está ocurriendo con el desarrollo de Bitcoin, pero no hay nada glorioso en escribir un titular sobre un error. Al contrario, creo que muchos en el ecosistema están movidos por la necesidad de evitar que los fallos conduzcan a alguien a perder criptomonedas y por eso es importante tener las luces sobre los hechos: la abundancia de proyectos no garantiza que hay un compromiso por ofrecer resultados en lugar de promesas. De allí la cantidad de proyectos que mueren sin haber nacido y la dispersión de energía que está conduciendo a tantos hacia una tierra baldía.
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