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La polarización política pesa sobre Bitcoin en El Salvador.
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Costará que algunas personas entiendan que BItcoin trasciende a cualquier político.
Bitcoin no es Bukele. Esto es una obviedad para los bitcoiners del mundo. Tan solo otro nodo en la red, sin posibilidad de ejercer ningún cambio arbitrario en el protocolo. Pero Nayib Bukele sí es presidente de El Salvador, y eso es algo que ciertos habitantes rechazan. Y como así funciona la polarización política, esos mismos habitantes terminan por rechazar a Bitcoin por ser impulsado desde el gobierno.
Wilfredo no ha usado bitcoin (BTC) porque «sería inconsistente». «Si yo estoy en contra del gobierno, sería hipócrita aprovechar ese dinero», sentenció el principista conductor de Uber luego de buscarme en un evento de networking empresarial en la Cancillería. «Aquí había un evento de bitcoin hoy, ¿verdad?», me preguntó para hacer conversación, antes de que yo le sugiriera nada.
Pero el tema que Wilfredo quería tratar no era Bitcoin, sino Bukele. «Ustedes no lo saben porque son extranjeros, pero todas las cosas que hay aquí son de gobiernos anteriores. Ustedes creen que Bukele ha hecho todo, pero la verdad es que solo ha hecho como dos cosas, un hospital, otra cosa, y eso del bitcoin, que nadie quiere».
Le pregunté si entre sus conocidos cercanos había algún usuario de bitcoin y me respondió con un no rotundo. Ese es precisamente uno de los síntomas de la polarización, no solo la rigidez ideológica, sino también el rodearse de una cámara de eco, en la que solo son admitidas personas que compartan y repliquen nuestra propia cosmovisión. Los bitcoiners también conocemos de cámaras de eco y rigidez ideológica en ciertas ocasiones, monstruos peligrosos de los que cuidarse si queremos comprender la realidad de un pueblo al que la adopción los tomó por asalto.
«Eso es para inversionistas y gente con dinero. ¿Usted cree que a nosotros con nuestros sueldos nos alcanza para estar invirtiendo?», insistía un convencido Wilfredo, que desconocía que era posible ahorrar de dólar en dólar en bitcoin. «Además, es muy volátil. La comida de la semana no puede depender de algo que puede valer la mitad de precio el día siguiente», afirmaba con razón, pero desestimando la posibilidad de ahorrar a largo plazo en el activo más rentable de la última década.
¿Por qué bitcoin?
Le comentaba que lo interesante de Bitcoin es que ningún gobierno puede controlarlo, ningún político de turno puede decidir inflar la masa monetaria o devaluarlo. Le dije que esta expropiación de patrimonio a través de la inflación había sido lo que había arruinado a tanta gente en mi país, Venezuela, y que Bitcoin había ayudado a muchos a resistir a ese robo institucionalizado, trabajando por Internet con empresas en el exterior y recibiendo su salario en la criptomoneda, sin pedir permiso del Estado.
Traté de informarle que el dólar tampoco estaba exento de devaluaciones, contándole que más del 40% de todos los dólares existentes en la historia habían sido emitidos solo en 2020. Que, si bien quizás no hubiera percibido un aumento de precios de productos domésticos tan radical, ya todos los mercados se encuentran en una gigantesca burbuja porque los banqueros saben qué se avecina y buscan escapar de su efectivo con cualquier alternativa. Y Bitcoin es una gran alternativa para protegerse de ello.
Ya en un tono que percibí con intención desafiante replicó que en mi país había muchísima inflación y que los precios de los productos subían diariamente. Mejor argumento no pudo darme: no solo le confirmé que, efectivamente, la tiranía venezolana sí había acudido a las criptomonedas, sino que, con bitcoin, se reduce la influencia que tienen los gobiernos sobre la vida y economía personal de los individuos, ratificándole cuántos se habían protegido del chavismo en Venezuela usando Bitcoin.
Imposición de bitcoin genera rechazo
Llegamos a mi destino sin convencer a Wilfredo de que Bitcoin no es Bukele. Fue firme en su decisión de mantenerse al margen de una revolución que probablemente impacte su vida en el futuro cómo lo ha hecho el Internet hasta ahora, fue inflexible con su decisión de no estudiar qué tiene Bitcoin para ofrecerle a él y a su familia.
Y lo entiendo. Así funciona la radicalización política. Más tarde, compartiendo la anécdota con amigos venezolanos, me aseguraban que, probablemente, si ellos hubieran conocido Bitcoin por una imposición del chavismo, lo hubieran rechazado de antemano también.
La Ley Bitcoin en El Salvador sin duda fuerza un impulso en la adopción. Personas que de otra manera no hubieran escuchado de Bitcoin sino en algunos años, ahora se encuentran a la vanguardia monetaria. Pero también existen casos como el de Wilfredo, quien, por ideología y polarización, militarán en contra de Bitcoin con la misma intensidad con que militarían contra Bukele.
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