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Las primeras discusiones sobre Bitcoin daban más importancia a la criptografía que al precio.
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Bitcoin es un modelo que pretende evitar la censura a través de la creación de valor.
Hace algunas semanas, Forbes anunció la lista que cada año realiza para establecer un ranking de personas que han acumulado un capital millonario en distintos sectores de la economía de Estados Unidos. La lista, por su puesto, no incluye a ningún bitcoiner o ninguna empresa relacionada con Bitcoin, pero constituye una señal de que la ideología detrás de la principal criptomoneda se enfrenta a poderes que han definido el orden social por mucho tiempo.
El asunto es que estas listas pretenciosas no son más que una reafirmación de un modelo económico que ha probado ser una proyección de ideales vacíos o al menos cuestionables, toda vez que esta cuantificación de la riqueza monetaria se convierte en una aspiración que enaltece los poder establecidos, en detrimento de oportunidades para que los individuos construyan sociedades más justas o equilibradas, si tal cosa es posible.
Cuando Satoshi Nakamoto, creador de Bitcoin, decidió desaparecer de la vida pública dejó tras de sí algunas pruebas de que es posible pensar las bases de una sociedad donde el control de los poderes gubernamentales o económicos no se imponga como un muro indiferente. La principal prueba es por supuesto el Libro Blanco de Bitcoin, pero la segunda representa en sí misma un desafío a las pretensiones de los actores económicos que persiguen la acumulación desmedida de capital como símbolo de autorealización. Se trata de un conjunto de llaves públicas que no han registrado gastos desde que fueron creadas, como la que se identifica con el bloque génesis: 1A1zP1eP5QGefi2DMPTfTL5SLmv7DivfNa.
Un millón de bitcoins
No hay certeza de que más de un millón de bitcoins asociados a Satoshi Nakamoto pertenecen aún hoy a la misma entidad (sea que se trate de una o varias personas) que minó Bitcoin por primera vez. Sin embargo, todo apunta a que una única computadora realizó la prueba de trabajo requerida para minar consecutivamente a partir del bloque 1 a lo largo de varios meses, con un rendimiento sostenido, sin realizar nunca ninguna transacción de salida, como sugiere Sergio Demian Lerner en una investigación, ilustrada con el siguiente gráfico. Según el investigador, el creador de Bitcoin habría minado prácticamente solo desde el 3 de enero de 2009 hasta el 25 de enero del 2010, es decir, desde el bloque 0 hasta el bloque 36.288. Esta suposición se construye a partir de la observación de los gastos o transacciones de salida de las coinbase, las monedas emitidas como resultado de la minería de Bitcoin. Lerner asume que las criptomonedas que no fueron gastadas quedaron en posesión de Satoshi. Esto es discutible, por supuesto.
Lo interesante es que Satoshi Nakamoto, o quien posea las llaves privadas de esas direcciones, no ha gastado sus bitcoin a través de transacciones electrónicas, a pesar de que estarían valorados hoy en 7 mil millones de dólares, un hecho que podría ser mérito suficiente para entrar en el top 100 de las vitrinas de millonarios. En todo caso, no sería una broma, sino un desafío a los intereses egoístas que han dominado las estructuras de poder. Este es un hecho evidente si se analiza la importancia que se otorga al precio de bitcoin a lo largo del documento técnico que describe el funcionamiento de la criptomoneda y de los comentarios en los foros y en la lista de correo de Bitcoin, donde están las únicas pruebas de la existencia de Satoshi hasta el momento.
Bitcoin y la libertad individual
Las primeras discusiones sobre el aspecto monetario de Bitcoin en la comunidad cypherpunk o entre los primeros desarrolladores del código, que introducían la criptografía y la prueba de trabajo en un protocolo de dinero electrónico efectivo, giraban en torno a una idea general sobre la oferta y la demanda, que quizá reducía las implicaciones económicas de bitcoin al hecho de que su limitada oferta, en un entorno cada vez más demandante, hiciera crecer su valor. Sin embargo, hay una alusión de Satoshi Nakamoto al probable papel del intercambio de criptomonedas en los mercados (inexistentes en la primera época).
Un precio de mercado racional para algo que se espera que aumente en valor, ya reflejará el valor presente de los incrementos de expectativas futuras. Mentalmente haces una estimación de probabilidad equilibrando las posibilidades de que siga aumentando.
En ausencia de un mercado para establecer el precio, la estimación de NewLibertyStandard basada en el coste de producción es una buena suposición y un servicio útil (gracias). El precio de cualquier producto tiende a gravitar hacia el coste de producción. Si el precio está por debajo del coste, entonces la producción se ralentiza. Si el precio está por encima del coste, las ganancias se pueden crear generando y vendiendo más. Al mismo tiempo, el aumento de la producción aumentaría la dificultad, empujando el coste de generación en el precio.
En años posteriores, cuando la nueva generación de monedas sea un pequeño porcentaje de la oferta existente, el precio de mercado determinará el coste de producción y no al contrario. Por el momento, el esfuerzo de generación está aumentando rápidamente, lo que sugiere que la gente estima que el valor presente es mayor que el coste de producción actual.
Satoshi Nakamoto, 21 de febrero 2010, 05:44:24 PM.
Esta idea está imbricada en un concepto más general sobre las propiedades del dinero que probablemente Satoshi consideraba más importante: la idea de que las instancias de poder que han creado una dependencia a los bancos y el control estatal pueden ser contrarrestadas con las mismas herramientas que han utilizado para ejercer ese poder. Una idea que me hace recordar una concepción de los antiguos griegos sobre la salud, que sugiere que la enfermedad tiene cura a partir de la misma materia que origina el padecimiento.
No importa cuántas veces se aluda en los medios de comunicación a que Bitcoin es un camino para la acumulación de riqueza, sobre todo si estos pensamientos se sustentan en la idea preconcebida de que el dinero está asociado a las ambiciones de poder. El asunto radica en que su aparición abre un camino para reflexionar sobre cómo creamos valor y cómo eso afecta la libertad individual, que consiste entre otras cosas en poder elegir cuánto poder debe estar distribuido o concentrado.
No cuestiono el trabajo individual que ha permitido grandes acumulaciones de riqueza, pero sí el sistema que induce a creer que hay determinadas actividades humanas que justifican la creación de modelos económicos que otorguen más poder a los Estados y las compañías asociadas con estos, como las que propician la emisión desmedida de dinero por parte de los bancos centrales y la especulación con los productos mediáticos como los deportes, la música, el cine o las artes plásticas. Determinados productos han adquirido valor, durante demasiado tiempo, solo por su visibilidad en los escenarios de las sociedades del espectáculo.
Las listas de millonarios son quizá una de las formas más insulsas de comercializar estos productos. No olvidemos, por otra parte, que ya han comenzado a surgir listas, cada día más populares, de las direcciones de Bitcoin más acaudaladas, donde se puede ver el patrimonio de contadas casas de cambio, por ejemplo. Quizá el código no está diseñado para impedir que la codicia se sobreponga a las expectativas de igualdad, sin embargo, la posibilidad de prescindir de terceros de confianza podría ser un paso hacia esa dirección.
Satoshi Nakamoto, un minero de Bitcoin solitario
El dinero no es solo una manera de contabilizar o intercambiar valor —incluso de especular con él— sino que puede llegar a ser una herramienta para oponer resistencia ante los mecanismos de dominio instaurados a través de los bancos centrales y privados o de las políticas monetarias estatales, que solo pretenden privatizar las gananacias y socializar las pérdidas a través de un sistema de endeudamiento que beneficia a muy pocas personas.
Bitcoin es ante todo un modelo que pretende evitar la censura a través de la creación de valor. ¿Qué quiere decir esto en un contexto que pareciera privilegiar a quienes han acumulado más bitcoins cuando valía poco? Probablemente, que a medida que el valor monetario de la criptomoneda se incrementa, se estimula la participación de los mineros en la red: «la gente estima que el valor presente es mayor al coste de producción». Pero esa «producción» representa un cambio de paradigma sobre lo que creíamos saber de la supuesta seguridad que nos ofrecían las entidades que administraban nuestro dinero. Aunque determinado minero no comprenda la ideología de Bitcoin, su esfuerzo contribuye a perpetuar o extender el alcance del sistema, debido a que la suma de más computadoras compitiendo por ganar la recompensa robustece la seguridad de toda la red, lejos de los controles externos o centrales.
Pero en este punto hay una consideración fundamental. Todos los que han minado Bitcoin a lo largo de esta década aspiraban a que el valor de la criptomoneda en los mercados aumentara. Sin embargo, Satoshi Nakamoto pudo haber realizado un trabajo en condiciones privilegiadas, puesto que nadie más conocía Bitcoin en 2009, cuando minó en solitario. La prueba de trabajo funcionaba, pero hasta que no comenzara la adopción, un solo nodo era una prueba insuficiente sobre el valor de la criptografía aplicada a el dinero electrónico. Como sugiere Satoshi en una publicación realizada en el foro P2P Foundation, una criptomoneda como bitcoin propone que una cadena de propiedad permita ceder el control sobre la seguridad de los intercambios a un código matemático que impide el doble gasto, que parecería indiferente ante las expectativas de riqueza individual. Simplemente, el protocolo no apuesta a que unos estén más arriba en los ranking de propiedad de valor.
El problema raíz con la moneda convencional es toda la confianza necesaria para que funcione. Se debe confiar en el banco central para no degradar la moneda, pero la historia de las monedas fiduciarias está llena de violaciones de esa confianza. Se debe confiar en los bancos para retener nuestro dinero y transferirlo electrónicamente, pero lo prestan en oleadas de burbujas de crédito con apenas una fracción de reserva. Tenemos que confiar en ellos con nuestra privacidad, confiar en que no permitan que los ladrones de identidad agoten nuestras cuentas. Sus costos generales masivos hacen que los micropagos sean imposibles.
Satoshi Nakamoto, 11 de febrero de 2009, 10:27 PM.
Por un lado, la importancia de Bitcoin no reside en que una sola persona o entidad acumule todos los bitcoins, porque en ese caso no tendrían valor para los demás. Por otro, el hecho de que no se utilice una fracción de esas criptomonedas afecta a los mercados de manera positiva, debido a que de alguna manera la oferta está aún más reducida, lo que impulsa su precio a medida que crece la demanda.
Además, el hecho de que estos bitcoins estén como perdidos ha hecho especular a las personas, como ocurre con el oro de los naufragios de los barcos ingleses y españoles que atravesaban el Atlántico.
Nakamoto no quería visibilidad, quizá esa es la principal razón por la que no ha movido sus bitcoins. Las coinbase podrían ser el único modo de resguardar la identidad de un propietario de Bitcoin que sabe que es muy fácil seguir la cadena de propiedad a través de las firmas digitales que se registran en la cadena de bloques.
Para mí es improbable que Satoshi Nakamoto haya intercambiado, a cambio de otro tipo de dinero u otra cosa de valor, las llaves privadas de los bitcoins, aunque es una posibilidad remota, que no dejaría registros de transacciones. Tengo la impresión de que esos bitcoins permanecerán tal y como están hasta el momento, quizá porque quien obtuvo esa recompensa por haber calculado el valor de Bitcoin a largo plazo estimaba más otros objetivos. En el fondo, o en la superficie, es como si esos bitcoin no hubiesen existido, porque no existía una comunidad en torno que reconociera la importancia de una herramienta para enfrentar el sistema establecido.
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