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La globalización se frena, suben los aranceles y costos de producción, impulsando la inflación.
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El consejo de los analistas es "recalibrar, no huir y enfocarse en valoraciones y disciplina".
Por décadas, un par de jeans costaba menos porque venía de miles de kilómetros de distancia. Ahora, ese viaje ya no será posible, y el precio que posiblemente se pagará será el doble, aunque la verdad es que apenas todo está empezando a revelarse. Pero lo que sí es cierto es que el tablero económico global ya empezó a temblar.
Durante décadas, los inversionistas navegaron con un viento a favor imparable, que emergió de la globalización. Esto fue posible con cadenas de suministro eficientes, comercio abierto y bienes baratos que impulsaron el crecimiento económico, mantuvieron la inflación bajo control y alimentaron los mercados. Pero ese mundo se está resquebrajando. Al menos, así lo señala el equipo de Kintsugi Investing, un dúo de inversionistas que dice ser financieramente independiente y que, a través de una serie de publicaciones en X, analiza el panorama actual, el cual sucede en el momento preciso en el que nadie sabe con certeza si esto es una tormenta pasajera o el inicio de una nueva realidad.
Desde que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, impuso aranceles recíprocos a 185 países, los mercados globales han entrado en una montaña rusa de incertidumbre y volatilidad sin precedentes. Un ejemplo claro ocurrió esta mañana a las 10:10 a.m., cuando rumores de una posible «pausa arancelaria de 90 días» dispararon el optimismo. Y para las 10:18 a.m., el S&P 500 había ganado más de 3 billones de dólares en capitalización de mercado tras reportes de CNBC que sugerían una tregua para todos los países, excepto China.
Sin embargo, el espejismo duró poco, y a las 10:34 a.m., la Casa Blanca desmintió los titulares como «noticias falsas», y apenas seis minutos después, el S&P 500 perdió 2,5 billones de dólares, devolviendo a los inversores a una realidad caótica donde la especulación y las declaraciones oficiales chocan en tiempo real.
Esta nueva dinámica refleja un mercado hipersensible, donde la política comercial de Trump dicta el ritmo con giros impredecibles. Los aranceles, diseñados para equilibrar déficits comerciales, han desatado temores de represalias, inflación y recesión, mientras los inversionistas luchan por descifrar señales contradictorias.
En cuestión de minutos, miles de millones se evaporan o resurgen, evidenciando que la era de la fragmentación económica no solo desafía las reglas tradicionales, sino que ha convertido a los mercados en un campo de batalla donde la certeza es un lujo del pasado. «Nunca en la historia se había visto algo así», dice el equipo de Kobeissi Letter, de análisis de los mercados tradicionales.
Inflación: el regreso de un fantasma
Para Zee y Howie Tan, las mentes detrás de Kintsugi Investing, lo que está pasando es que «estamos entrando en la nueva fase de la fragmentación». Y a partir de ello, los países reconsideran sus alianzas comerciales, los aranceles aumentan y la producción local se prioriza, incluso a un mayor costo. Este giro no es solo político, es un terremoto económico cuyas réplicas afectarán a la inflación, el empleo y, sobre todo, a las inversiones de las personas alrededor del mundo. El costo de deshacer este sistema, dicen, será alto.
La relocalización de industrias, con salarios más altos y estructuras menos eficientes, estaría cambiando las reglas. Y como advierten los analistas: «Esto no es inherentemente malo, pero es inflacionario».
Así que para los inversionistas el mensaje es claro: si la inflación se vuelve estructural, las valoraciones de los activos podrían caer, el costo del capital subiría y los modelos financieros del pasado quedarían obsoletos.
En este contexto, la voz de Howard Marks, destacado inversionista citado por Kintsugi, resuena con calma pero con urgencia. En una reciente aparición en Bloomberg, Marks no llamó al pánico ni intentó predecir el mercado. Su consejo es: «Recalibren».
Quiere decir con ello que no se trata de abandonar el barco, sino de navegar con ojos nuevos, dejando atrás la idea de que todo volverá a la normalidad y aceptando que estamos en un «cambio de régimen». Pero, ¿cómo hacerlo si el futuro es un acertijo? «Predecir no funciona en este entorno», admiten en Kintsugi. La clave está en enfocarse en probabilidades, en cómo están valorados los activos hoy y en preguntarse: ¿vale la pena el riesgo?
Pese a todos estos cambios, EE.UU. sigue siendo un bastión atractivo para invertir, con mercados profundos y una innovación líder, dice el dúo de Kintsugi Investing. Sin embargo, advierte que el estatus del país ya no es «mejor opción automática», sino una decisión que cada inversionista debe sopesar. Y aquí radica el giro: la fragmentación no es solo caos, también es oportunidad. «Cuando la incertidumbre crece, la disciplina importa más», dicen. Los mercados bajarán, sí, pero eso no siempre significa peligro; a veces, es una rebaja que los astutos pueden aprovechar.
¿Cómo queda bitcoin en este panorama incierto?
En este panorama de fragmentación económica descrito por Kintsugi Investing, donde la globalización se desvanece y la inflación estructural amenaza con reconfigurar los mercados, Bitcoin se posiciona como un actor intrigante pero ambiguo. Su lugar en este «nuevo mundo económico» depende de cómo los inversionistas interpreten su valor frente al caos.
En una conversación con Anthony Pompliano, el analista macroeconómico Jordy Visser analiza por qué Bitcoin está resistiendo bien en medio de una semana caótica en los mercados, con el S&P 500 cayendo y temores de recesión tras los aranceles recíprocos de Trump a 185 países. Mientras las acciones tecnológicas y de consumo se desploman por la dependencia de la globalización, Bitcoin ha caído 7% en los últimos 7 días, mientras crecen los temores de que se desate una recesión.
Visser sugiere que esto marca un punto de inflexión para bitcoin, que no está sujeto a aranceles y podría beneficiarse como activo «fuera del sistema» en una economía digital emergente, impulsada por stablecoins, frente a un comercio global fragmentado.
En todo caso, Visser duda de una recesión tradicional sin pérdidas masivas de empleos, que no ve probables por la creación continua de trabajos y la economía de servicios. Los mercados anticipan caídas (S&P a 4,700-5,200), pero también una recuperación rápida si se negocian los aranceles.
En este panorama, bitcoin y el oro destacan como refugios y Visser predice nuevos máximos para ambos antes de fin de año, con BTC liderando en verano, gracias a su resistencia y narrativa como alternativa al sistema colapsado. Su consejo es aprovechar los momentos de caídas bruscas en los mercados, cuando el miedo domina y los precios de activos (acciones, Bitcoin, entre otros) se desploman.
Su razonamiento es que estos «pánicos» suelen ser exageraciones temporales del mercado, no reflejos de fundamentos a largo plazo. Históricamente, dice, las mejores oportunidades de compra (casas, acciones, cripto) han surgido en estas crisis, porque el rebote suele ser significativo una vez que la calma regresa. Por ejemplo, menciona que desde 2009, comprar cuando las probabilidades de recesión alcanzan el 50% ha sido rentable a mediano plazo.
En sí el consejo de Visser refleja una estrategia de paciencia y cálculo, y para ello, usa los pánicos como puntos de entrada baratos, evalúa el riesgo con datos fríos y confía en que la Reserva Federal de Estados Unidos eventualmente «imprimirá» para estabilizar, beneficiando a quienes compraron en la tormenta. Es una apuesta informada por su experiencia en mercados emergentes y ciclos económicos, adaptada a un mundo en el que la globalización cede y la política monetaria sigue siendo clave.