La primera vez que conocí a Carlos Buendía fue hace poco más de un año. Entonces, él trabajaba para Grant Thornton y vestía un impecable traje oscuro. Tengo grabada esa imagen porque su lenguaje corporal parecía gritar ayuda para salir de aquel terno tan previsible.
Carlos es ingeniero de telecomunicaciones, tiene 27 años y es el segundo español que consigue cruzar la puerta de la sede de Consensys. Esta compañía, situada en el neoyorkino barrio de Brooklyn, se ha convertido en el lugar de culto de los filoethereums. Algo imaginable, ya que su creador, Joseph Lubin, fue fundador, junto a Vitalik Buterin y algunos más, de Ethereum, la plataforma que funciona como se suponía que tendría que haberlo hecho Internet. Al menos, eso dicen sus fundadores.
Consensys echó a andar como una empresa de software dedicada a explotar la tecnología de Ethereum a principios de 2015. Hoy cuenta con más de 300 empleados repartidos por todo el mundo y acoge más de 80 proyectos blockchain que aplican en diferentes sectores.
La labor de Buendía en Consensys consiste en diseñar la arquitecturas de software descentralizado de proyectos enmarcados en diversos ámbitos, como salud o finanzas. Se muestra entusiasmado con su tarea y con la manera descentralizada de trabajar en Consensys. En el mes que lleva vinculado a la compañía de Brooklyn, Carlos ya ha viajado dos veces a Nueva York. La idea es cruzar el charco una vez al mes y el resto del tiempo trabajar desde su casa de Madrid manteniendo reuniones digitales cada semana. Lubin, su jefe, lleva la filosofía de la descentralización hasta el lugar de procedencia de sus empleados. “Algunos de mis compañeros viven en Sudáfrica, Inglaterra, China, Francia o Estados Unidos. Las organizaciones del futuro serán así, donde la localización no será lo más importante”, explica Buendía a CriptoNoticias.
Carlos se inició en blockchain cacharreando con Bitcoin, pero en cuanto salió Ethereum se arrojó a sus nodos. Eso sucedió a mediados de 2015 y en noviembre de ese mismo año se plantó en el primer DevCon, el evento de referencia mundial del ecosistema Ethereum, porque es donde la Ethereum Foundation anticipa lo que va a suceder al año siguiente y donde se anuncian los proyectos que se van a desarrollar. Ese año se celebró del 9 al 13 de noviembre en Londres. En 2016 tuvo lugar en Shanghai y este 2017 está previsto del 1 al 4 de noviembre en Cancún, pero Buendía lamenta que no podrá asistir porque cuando quiso sacar las entradas ya no quedaban. De hecho, aunque cuestan unos 1.200 dólares, se agotaron en el mes de julio.
Carlos explica que lo que le enganchó de la red Ethereum es su componente filosófico inicial, basado en su capacidad de descentralizar el mundo. “Este es un movimiento que viene de antes. Del movimiento cypherpunk. En los inicios de Internet ya se empezó a hablar de la criptografía como herramienta para eliminar un montón de roles, manteniendo la privacidad y creando modelos de auto gobernanza y, precisamente, de esas ideas surge Bitcoin y Ethereum”.
El ingeniero madrileño subraya que le fascinó el planteamiento de Ethereum “de poder aplicar esos principios en todos los intercambios de valor a partir de contratos inteligentes, que son el corazón de Ethereum. Vi el potencial cuando se empezaba a hablar de las DAOs, que no necesitan un organismo central para regularse”.
La cita con Carlos para esta entrevista es en Medialab Prado, un espacio que, según él, se acerca bastante al concepto de lugar de trabajo de Consensys. “Es una sala enorme llena de personas trabajando en diferentes proyectos. Es como un coworking, pero donde todos somos de la misma compañía. Lo bueno de esto es que si quiero puedo participar de los proyectos de mis compañeros. Y si en un momento dado pienso que puedo aportar más en otro que en el mío, también puedo plantear cambiarme”. Sobre su futuro en la empresa, explica que trabaja por objetivos y que, si da resultados, se quedará y que si no, pues se irá.
A la pregunta de por qué Ethereum está considerado el gran ordenador del mundo, Buendía responde que “a diferencia de Bitcoin o cualquier otra blockchain, la red Ethereum tiene la capacidad de ser Turing completo. Esto significa que puede ejecutar cualquier programa que definamos. Bitcoin es más limitada. No podemos ejecutar cualquier programa sobre su blockchain, ya que su diseño se limitó, en principio, como medida de seguridad. La arquitectura de Bitcoin se desarrolla para crear una moneda o medio de pago y cualquier comportamiento que no se acerque a ese medio de pago es redundante”.
A Carlos le gustaría seguir evolucionando en la arquitectura de Ethereum y contribuir a que crezca en el futuro. No le asusta el poder que puede llegar a alcanzar esta red porque lo ve como una infraestructura pública para crear aplicaciones, de la misma manera que las aplicaciones utilizan ahora Internet. “Será una parte más de Internet. Yo tendré una aplicación y dentro unos tokens y veré normal que mis datos sean míos y no de otros y que yo los pueda vender a quien quiera o que pueda hacer transferencias sin la necesidad de la intervención de un banco”, explica Buendía.
Sobre la manera de organizarse en Madrid, el ingeniero español precisa que trabaja unas doce horas al día, que es la media que viene haciendo desde que terminó la Universidad. Para este joven madrileño, de cara amigable y voz tímida, tener jornadas laborales de más de doce horas diarias le parece algo normal. Buendía, como muchos otros, también ha caído en las redes de blockchain. De hecho, su vida es una cadena de acontecimientos que giran en torno a esta tecnología. En las pocas horas que le quedan libres da clases de blockchain, participa en diferentes meetups y aún le queda tiempo para echar unas horas en la empresa, por supuesto basada en blockchain, que acaba de montar con unos colegas.
Carlos finalizó sus estudios universitarios en 2013 y desde entonces ha ido enlazando un trabajo con otro: investigador en la universidad, una pequeña startup, Grant Thorton, Fluon y Consensys. Este ingeniero nunca ha tenido que echar un currículum. Para su trabajo actual le localizó un head hunter a través de LinkedIn. Realizó cinco entrevistas virtuales, las primeras con preguntas técnicas sobre contratos inteligentes y, el resto, con las típicas cuestiones relacionadas con aficiones, películas y música favorita.
La estructura de Consensys es totalmente horizontal, lo que hace que todo sea más cercano, explica Carlos. “Lubin tiene una mesa igual que el resto y todo el mundo puede ir a hablar con él y preguntarle cualquier cosa”. Según el relato de Buendía, en Consensys no hay lugar para el postureo innovador al que tan aficionadas son algunas compañías españolas, que se creen que la innovación consiste en levantar paredes de cristal y sembrar las salas de taburetes de colores.
Hablamos de futuribles aplicaciones y de lo que está sucediendo en Cataluña y Carlos echa la imaginación al vuelo y dice que podría montar un lanzamiento de un “token” como moneda, guardarse un porcentaje de tokens y crear con ellos un banco central, para mantener una gobernanza sobre la moneda. No obstante, el ingeniero español añade que la gran aplicación de blockchain no se ha encontrado todavía.