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La modelo venderá su NFT a través de la casa de subastas Christie’s.
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Varias partes son involucradas en un conflicto no resuelto sobre derechos de autor.
La supermodelo y actriz estadounidense Emily Ratajkowski está vendiendo un token no fungible (NFT) en la reputada casa de subastas Christie’s, sobre una foto de ella misma que otro artista comercializó sin su permiso.
La movida estratégica de la modelo es la de reivindicar el dominio sobre su imagen a través de la subasta que tendrá lugar el próximo 14 de mayo de 2021, según reporta The New York Times.
La pieza digital se titula «Buying Myself Back: A Model for Redistribution«, que se traduce como «Comprándome a mí misma: un modelo de redistribución».
Así, la modelo busca reivindicar su imagen a un problema de larga data, pues el artista Richard Prince, conocido por tomar obras y fotografías pertenecientes a otros creadores y modificarlas con fines comerciales o artísticos, se apropió de una de las fotografías de Emily desde la cuenta en Instagram de esta modelo y la imprimió en un formato ampliado.
La fotografía que fue tomada de la red social, había sido capturada para Sports Illustrated por otro fotógrafo, lo que complica la trama de derechos de autor y propiedad de la imagen. El NFT contiene a su vez una fotografía de Emily posando frente a la reproducción ampliada de la obra de Richard Prince, que se basa en la fotografía de Sports Illustrated.
De ese modo, Ratajkowski busca darle una cucharada de su propia medicina al artista. Pero a su vez hace uso de la fotografía publicada por Sports Illustrated, que podría pertenecer a esta revista, al fotógrafo que la hizo, o a su protagonista, Emily. Todo esto sin que la situación haya sido aclarada todavía.
Richard Prince se ha enfrentado a lo largo de su carrera a demandas por derecho de autor, al tomar obras o fotografías y modificarlas a su favor. Al parecer, su modelo de negocio consiste en vender estas obras «apropiacionistas», aunque tenga que lidiar constantemente con litigios y causas judiciales en este sentido, viviendo de la polémica que suscita su comportamiento.
De esa manera, no queda claro qué se está vendiendo. ¿Una reproducción de una fotografía? ¿Un link de Internet llamado NFT que dirige a una imagen en formato JPG? ¿El retrato de Emily posando frente a la copia modificada de una fotografía tomada inicialmente por otro fotógrafo para la revista Sports Illustrated? ¿Quién es el legítimo dueño? Es una muñeca rusa o babushska digital; obras que contienen dentro de sí otras obras de diferentes autores, de manera casi redundante y confusa.
La modelo se ha enfrentado en el pasado a este tipo de situaciones, pues en una oportunidad un papparazzi hizo una foto de ella caminando por la ciudad de Nueva York con un ramo de flores que ocultaba su cara. Emily compartió la imagen en sus historias y recibió una demanda por 150.000 dólares de parte del fotógrafo, en 2019, según explicó la modelo, quien también se desenvuelve como escritora, en un ensayo sobre el tema.
Desde entonces la modelo ha salido en defensa de replantear las leyes de derecho de autor y a finales de 2020 solicitó a la corte desestimar esta demanda por carecer de sentido. Aún no se ha resuelto este caso, pero la modelo sigue defendiendo sus derechos.
NFT: entre la especulación y el limbo conceptual
La explicación más reducida de un NFT es la de un link que redirige hacia un conjunto de datos concretos, que pudieran ser imágenes en distintos formatos, música y audio, animaciones y videos, texto o cualquier otro soporte digital.
Bajo la pretensión de ser objetos digitales coleccionables, han ocurrido muchas anomalías en las diferentes plataformas que los proveen, como el plagio de obras pertenecientes al mundo analógico o el mundo real, la apropiación del trabajo de otros autores que forman parte del ecosistema NFT y también ataques de especulación.
La promoción de estos activos digitales, basados principalmente en la plataforma de Ethereum, han atraído a artistas y creadores a acuñar sus propias obras con la esperanza de ser recompensados por su trabajo con enormes sumas. Pero los beneficios de los NFT, que no son malos por defecto, no necesariamente se basan en la tecnología que los sustenta.
Avelina Lésper, una de las críticas de arte más importantes de la actualidad, quien ha emprendido su labor en contra de los excesos del mercado del arte contemporáneo, apuntó en una transmisión reciente que los NFT están supeditados a la obsolescencia tecnológica y la especulación, tratándose más de expectativas de rentabilidad que del arte en sí mismo, o de la protección del patrimonio artístico.
«Al elegir a este artista o el que sea es una tómbola, el tipo se saca la lotería, se hace famoso en unos minutos pero no es artista, es un juguete en manos de la especulación digital financiera. No es arte, es dinero», dijo en referencia a la obra del artista Beeple, quien vendió un NFT valorado en USD 69.000.000, como reportamos en CriptoNoticias.