-
Era un pobre hombre con unos cuantos bitcoins frente a una jaurรญa de estafadores y ladrones.
-
La voz de Satoshi Nakamoto me previene de cualquier intento de robo.
Mis bitcoins no me dejan dormir. Se lo he explicado ya varias veces al psicรณlogo, pero no termina de entenderlo. Esto no es una cuestiรณn de simplemente tomar ansiolรญticos, ingerir mรกs de siete vasos de agua al dรญa y hacer yoga. Se trata de algo mรกs grande, mucho mรกs complejo.
Si me preguntan โy ya nadie lo hace porque creen que he enloquecidoโ pienso que hay alguna fuerza superior que mueve sus hilos para torturarme sin descanso. ยซNo hay otra explicaciรณnยป le digo a Carla, mi mujer, a toda hora. Ella se pone nerviosa. Me grita, me acusa, llama a su madre y a los vecinos. A veces, llora y me suplica que la deje dormir; mientras repite una y otra vez que las cosas volverรกn a ser igual que antes, que deje mi maldita obsesiรณn con los bitcoins.
Ella no puede entenderlo. No comprende que necesito estar en vigilia constante, preparado para cualquier ataque. No puede siquiera comprender que no confรญo en ella, ni en sus amigas, ni en mi mamรก. Mucho menos puedo bajar la guardia con las sombras de la noche, los ruidos de la casa, ante cualquier ser vivo que se presente.
ยฟQuiรฉn me puede jurar que mi llave privada no serรก robada mientras duermo? ยฟQuiรฉn? ยฟElla? Ella que sabe que guardo mi frase de recuperaciรณn en el cajรณn de mi mesita de noche. O, peor aรบn ยฟmi hermano? Al que le comentรฉ que habรญa invertido mรกs de mil dรณlares en bitcoins y sabe que el mercado estรก ahora en alza. Mucho menos puedo confiar en mi madre, que aunque no sabrรก cรณmo manejar y vender esos bitcoins, seguramente se habrรก entusiasmado cuando le dije que habรญa comprado esos regalos de navidad con un dinerillo que me ganรฉ en el mercado. No puedo siquiera confiar en mis amigos y compaรฑeros de trabajo, quienes aunque no saben a ciencia cierta que poseo algunos bitcoins, pueden suponerlo porque a veces retuiteo noticias relacionadas.
Estoy expuesto y mi psicรณlogo no lo entiende. รl dice que me tengo que calmar, que me estoy preocupando por nada. Que deberรญa visitar a un amigo suyo, un psiquiatra, para que me prescriba algunas medicinas contra mis miedos infundados. Pero que va, yo no confรญo ni en รฉl ni en su amigo. Cualquiera de los dos me puede dar un sedante, meterse en mi cuarto, robar mi computadora y hacerse con mi monedero. Solo puedo confiar en mรญ mismo y en la capacidad que tengo de cuidar mis ahorros. Y por eso no duermo, asรญ de sencillo.
Ya son las doce de la noche y Carla estรก en el umbral de la puerta; recelosa, mirรกndome. Yo la veo por el rabillo del ojo, porque no estoy dispuesto a quitar la mirada del computador. La mano tambiรฉn la tengo posada en la mesa de noche, alerta ante cualquier movimiento extraรฑo. Por los momentos todo estรก seguro, pero en un instante las cosas pueden cambiar. Hay que estar despierto les digo. Si ustedes tienen algunos bitcoins guardados en sus computadores o telรฉfonos mรณviles, tรณmenlos y no los suelten. Ni se les ocurra dejarlos para ir al baรฑo o salir de compras. Nunca se sabe quiรฉn estรก tramando un plan para robarnos.
Yo me di cuenta de esta realidad la semana pasada. Lo recuerdo muy bien. Estaba caminando por una calle muy transitada, era como las dos de la tarde. Llevaba en mi mano derecha una carpeta con unos documentos para mi abogado, con quien me habรญa citado dรญas previos. Asimismo, me habรญa vestido con mi pantalรณn mรกs elegante, uno verde de lino. Como habรญa llegado temprano a la cita, me di un paseo largo por los alrededores para matar el tiempo. Mientras veรญa las vitrinas, metรญ mi mano izquierda en uno de los bolsillos, percatรกndome de un papelito en su interior. Lo saquรฉ y verifique por pura curiosidad, enterรกndome que se trataba de la frase de recuperaciรณn de mi monedero. Habรญa olvidado que dรญas previos decidรญ mover ese papel de mi mesa de noche a mis pantalones de vestir, jurando que no los volverรญa a usar y que serรญa un buen escondite. Sentรญ un mal presentimiento. Sin embargo, decidรญ guardarlo nuevamente en el bolsillo, muy al fondo, mientras me prometรญa que al llegar a casa escogerรญa un mejor lugar para resguardarlo.
Los minutos pasaron, pero no podรญa olvidar el papel en mi bolsillo. Sentรญa, de una forma muy irracional, que el papel era ahora como una piedra que me puyaba en el muslo recordรกndome el peligro que corrรญa de extraviarse o ser robado. Entrรฉ en un estado de nerviosismo que me hacรญa sudar como un cerdo, mientras caminaba de un lado a otro sin saber si retornar a casa o quedarme a esperar al abogado. Estaba tan ensimismado en mi terror que no vi al cruzar una esquina el hombre que venรญa directo a mรญ. Nuestros cuerpos chocaron aparatosamente, haciendo que los papeles volaran en el aire y yo cayera sentado en el suelo. Ambos quedamos aturdidos, pero en mi cuerpo solo habรญa una emociรณn que gobernaba. Un miedo loco que pulsaba en mi cabeza con una idea aรบn mรกs febril: ยซยฟEstรกn tus bitcoins a salvo? Este hombre te quiso robarยป. La revelaciรณn bombeaba al compรกs de las venas de mis sienes, haciรฉndome palidecer de cansancio y furia. El otro hombre empezaba a disculparse, mientras intentaba levantarse del suelo con la ayuda de otros transeรบntes. Yo le miraba, lleno de odio por el descubrimiento que reciรฉn habรญa hecho, a sabiendas de que รฉl era solo un enemigo.
Extraรฑos intentaron levantarme del suelo, pero yo me neguรฉ en un solo grito. Mis pulmones se reventaron en una explosiรณn de odio y terror. Toda la calle oyรณ un ยซnoยป descarnado que se alargaba mientras me levantaba de un salto, metรญa las manos en mis bolsillos (salvaguardando todo su contenido) y echaba a correr. Huรญ del lugar. Corrรญ varias cuadras, hasta que el cuerpo se cansรณ del esfuerzo y tuve que detenerme. Aguardรฉ unos minutos apoyado a una pared, con el corazรณn latiendo a mil, mientras procesaba toda la situaciรณn. El mal estaba inoculado. La realidad, tal y como la conocรญa, se habรญa roto y ahora estaba consciente de mi situaciรณn desventajosa. Era un pobre hombre con unos cuantos bitcoins frente a una jaurรญa de estafadores y ladrones, esperando cualquier equivocaciรณn para tomar ventaja de mi.
Ese dรญa regresรฉ a casa, guardรฉ mi frase de recuperaciรณn en la mesita de noche y no salรญ mรกs de mi cuarto; dispuesto a resguardar lo que con tanto esfuerzo he construido. Es cierto que nada ha sido fรกcil. Perdรญ mi trabajo, mi esposa me trata como un loco, mis amigos ya no me quieren hablar. Sin embargo, todo esto ha valido la pena.ย Aunque, debo confesar, que a veces el sueรฑo quiere ganarme y los ojos se me entrecierran de tantas horas que paso despierto. Para contrarrestar los efectos del cansancio tomo mucho cafรฉ, tambiรฉn grandes cantidades de refresco y bebidas energรฉticas. Recupero la energรญa de inmediato, pero tambiรฉn empiezo a soรฑar despierto. Una nebulosa blanca se me forma frente a los pรกrpados. Todo lo vivo como si saliera de un lรญquido amniรณtico, proveniente del sueรฑo que me mantiene rehรฉn en mi cuerpo y languidece la realidad poco a poco.
En ese estado de somnolencia pegostosa se me revelan cosas. Sรญ, alguien me habla y me da predicciones sobre el futuro. Quiero creer que es Satoshi Nakamoto, en su forma de Dios y seรฑor, que no quiere que me roben mis bitcoins. รl me previene de toda la gente maliciosa que desea violar mi privacidad. Yo le escucho atento, aunque a veces me resulta confuso. En este estado veo ladrones y mentirosos, tambiรฉn situaciones que ponen en peligro la integridad de mis bitcoins.
Hombres, vestidos todos de negro y con pasamontaรฑas, entran a mi casa y me apuntan con pistolas, obligรกndome a dar la llave privada de mi monedero. Yo siempre termino llorando, mientras abrazado a la mesa de noche y les grito que prefiero morir antes de perder toda mi inversiรณn. Otras veces no son ladrones, sino mi hermano que entra a mi cuarto cuando no estoy y revisa todos mis muebles hasta dar con la frase de recuperaciรณn. Mi mujer tambiรฉn entra de forma furtiva a mi computadora mientras duermo y hace cuantiosas transferencias a LocalBitcoins para comprarse una cartera de piel de lagarto. Satoshi me ha revelado el dรญa y la hora de todos los ataques cibernรฉticos que han querido realizar a mi computador, asรญ como todos los correos pishing que llegan a mi bandeja de gmail. Incluso, una vez un grupo de alienรญgenas aterrizรณ en el techo de mi casa, bajรณ por las tuberรญas del aire acondicionado e intentรณ introducir un malware a mi computador que copiara todos los datos de mi monedero.
Los peores sueรฑos son aquellos en los que yo soy la รบnica amenaza. Porque sรญ, muchas veces me levanto por las noches queriendo terminar con esta tortura y deshacerme de todos mis bitcoins. Entonces, guardo la direcciรณn de mis criptomonedas en un disco duro externo e intento lanzarlo por la ventana para que no quede ningรบn rastro. Otras veces borro mi monedero y quemo la frase de recuperaciรณn, mientras grito al aire que soy libre, que ya puedo volver a dormir.
Pero, la peor de todas, es cuando no recuerdo dรณnde estรก mi clave privada. Me levanto de la cama sobresaltado y muy despierto, sin saber realmente si la frase de recuperaciรณn estรก en la mesita de noche. Entonces, corro directo al tercer cajรณn mientras chillo como un niรฑo espantado. Mi mujer tambiรฉn se pone a chillar, mientras me dice una y otra vez que pedirรก el divorcio, otra vez llama al doctor para que me sede de una buena vez por todas.
Ya no importa nada, Carla. No tienes que llamar a ningรบn doctor, yo ya me encarguรฉ de deshacerme de esa frase de recuperaciรณn. Y por mรกs que busco entre los papeles de mis gavetas y entre los bรณxers jamรกs la voy a volver a encontrar. No la encuentro porque la he perdido, porque la deje en el bolsillo de algรบn pantalรณn de vestir verde. Y se ha caรญdo en la calle, en medio de un accidente, una cosa muy inevitable. Y no la podrรฉ volver a recuperar, porque jamรกs me percatรฉ de la falta de la frase hasta que la computadora se daรฑo ยฟSabes? Cuando el tรฉcnico me dejรณ la mรกquina e intentรฉ recuperar el monedero, la frase ya no existรญa. Te lo digo, Carla, que pasรณ asรญ. No estaba ni en el pantalรณn, ni en la mesita, ni en ningรบn lado. Volteรฉ la casa buscando ese maldito papel, doctor. Se lo juro, que busquรฉ por todos lados y puse a Carla a buscarlo tambiรฉn. Entonces, lo comprendรญ, si doctor. Lo comprendรญ todo. Fue ese hombre, el de la calle. Sin lugar a dudas, ese hombre con el que choquรฉ metiรณ la mano en el pantalรณn verde y sacรณ la frase de recuperaciรณn. Luego, entrรณ a mi casaโฆ No doctor, no quiero dormir, escรบchemeโฆ luego entrรณ a mi casa, cuando todos estรกbamos durmiendo y daรฑรณ mi computadora. Pero yo soy mรกs listo, no voy a dejar que nadie me robe mis bitcoins. Yo puedo hablar con Satoshi Nakamoto, sรญ. Doctor, entiรฉndame por favor, le digo algo muy importante. Puedo hablar con Satoshi, รฉl me recuperรณ mi frase y ahora vigilo que nadie me la robe. No me volverรก a pasar lo mismo que la รบltima vez. Ni extraterrestres, ni mi esposa, ni mi hermano, ni mucho menos un pantalรณn verde me robarรกn mis bitcoins.
Descargo de responsabilidad:ย Esta es una obra de ficciรณn. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, acontecimientos o hechos que aparecen en la misma son producto de la imaginaciรณn del autor o bien se usan en el marco de la ficciรณn. Cualquier parecido con personas (vivas o muertas) o hechos reales es pura coincidencia.