-
El Partido Libertario australiano propone eliminar impuestos a bitcoin y fomentar la minería.
-
Japón explora crear una reserva de bitcoin, buscando estabilidad financiera a largo plazo.
El Salvador, la nación centroamericana que en 2021 adoptó bitcoin (BTC) como moneda de curso legal y se posicionó como el epicentro de un experimento financiero, sigue captando la atención global, incluso tras su nueva legislación sobre la moneda digital. La pregunta que resuena hoy en el mundo es: ¿puede un país transformar su economía apostando por la moneda creada por Satoshi Nakamoto, o está condenado a tropezar en el camino?
Ahora desde Australia también intentan responder esa pregunta con un experimento similar. «Queremos superar a El Salvador y convertirnos en el país más pro-Bitcoin del mundo», afirmó John Ruddick, miembro del Consejo Legislativo de Nueva Gales del Sur y representante del Partido Libertario.
Para él, la moneda digital pionera representa una herramienta clave para reducir la dependencia del gobierno, alineándose con los principios libertarios que defiende su partido. «Si alguien tiene la cabeza para entender que el dinero puede existir separado del gobierno, entonces es un libertario», señaló, subrayando la conexión entre Bitcoin y la ideología libertaria.
Precisamente, inspirado en El Salvador, el Partido Libertario publicó un ambicioso informe de 21 páginas con el objetivo de crear una reserva estratégica de bitcoin. También propone eliminar el impuesto a las ganancias de capital sobre transacciones con bitcoin, argumentando que, al ser una moneda, no debería estar sujeta a las mismas regulaciones que las acciones.
«Si compras una acción por un dólar y la vendes dos años después por tres dólares, pagas impuestos sobre las ganancias de capital. Pero Bitcoin es realmente una divisa, como operar con el dólar australiano frente al franco suizo», explicó Ruddick.
También criticó las regulaciones actuales que, según él, llevan a los bancos australianos a «acosar» a los usuarios de bitcoin debido a leyes contra el lavado de dinero y estafas, que reflejan una actitud negativa del gobierno hacia la moneda digital.
De igual manera, Ruddick abogó por fomentar la minería de Bitcoin en Australia mediante la reducción de los costos de electricidad, que actualmente son altos a pesar de los vastos recursos energéticos del país, como el carbón y el uranio.
El Partido Libertario de Australia tiene planes con Bitcoin
El interés de Australia en Bitcoin va más allá de simplemente emular a El Salvador. Esto debido a que más bien busca posicionar al país como un líder en innovación financiera, alineado con los principios libertarios de descentralización, soberanía individual y reducción del poder gubernamental. El Partido Libertario, liderado por figuras como John Ruddick, ve en el criptoactivo una herramienta para empoderar a los ciudadanos y disminuir la dependencia de un sistema financiero centralizado, promoviendo un modelo basado en la libertad económica.
Mientras tanto, El Salvador se prepara para la entrada en vigor de una versión modificada de su Ley Bitcoin, ajustada como parte de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2024 para asegurar un préstamo de 1.400 millones de dólares.
Sin embargo, el camino hacia una adopción estatal de bitcoin está lleno de desafíos que enfrentan los países que apuestan por la moneda digital en un mundo dominado por sistemas financieros tradicionales.
No obstante, como lo observan algunos analistas, el orden global está cambiando y, como parte de ello, inició la carrera por la acumulación de bitcoin en la que también Japón da señales de querer incluirse.
Lo que está en juego ahora es quién superará a El Salvador para convertirse en el nuevo bastión pro-Bitcoin: ¿Estados Unidos, con su poder económico y político; Australia, con su visión libertaria y recursos energéticos; o Japón, con su enfoque estratégico hacia la estabilidad financiera? Esta carrera no solo determinará el futuro de bitcoin como activo soberano, sino que también podría redefinir las dinámicas del poder económico global en un mundo cada vez más digitalizado.